Revisitando una Obra Clásica en un Contexto en el que Urge Hacerlo:
“LOS PROFESORES COMO INTELECTUALES TRANSFORMATIVOS”, de Henry Giroux
Esta minúscula reflexión está basada en la obra de Henry Giroux “Los profesores como intelectuales transformativos”1 (misma que califica como atemporal por su potencia y a estas alturas lamentable vigencia y que por ende obliga a ser revisitada de cuando en cuando) que analiza la situación de los profesores y el lugar que ocupan en el ámbito de las reformas educativas que se han puesto en marcha para mejorar la “calidad de la educación”, además de exponer una serie de interpretaciones, respecto del origen y desarrollo del rol de los “profesionales” de la educación en la actualidad, y soluciones respecto de los problemas que visualiza en esta peculiar realidad.
Si bien, el contexto al que apuntó directamente su análisis no fue el chileno, las ideas allí formuladas pueden ser perfectamente atendibles a la presente vivencia nacional, debido a que las críticas planteadas en el trabajo de Giroux responden a una realidad que en Chile también es palpable: la difusa calificación del profesor en profesional, técnico u obrero en un contexto que se hay tensión por querer cambiar nada, algo o todo. Pero que en ese “algo” o “todo” se toca (o debería tocar) la naturaleza de la labor docente.
por Freddy Sánchez Ibarra
La obra de Giroux menciona explícitamente el fin buscado, cual es: Mejorar la calidad del “trabajo del profesor” (fin que a primera vista resulta obvio y fácil, pero que ante el peso de la realidad y un análisis más profundo resulta casi utópico2), y para desarrollar su contribución presenta la realidad de la labor docente dentro de un marco de reforma(s) educativa(s) que plantea amenazas y desafíos para el profesor actual.
Estas amenazas, según el autor, radican en la existencia de profesores, y por ende alumnos, que podrían ser calificados como acríticos de la realidad que los rodea a consecuencia de no considerar al profesor como un líder con habilidades transformativas en las escuelas. De este punto emana la segunda amenaza: La no-consideración de las habilidades intelectuales y experienciales de los docentes para aportar a la generación de las políticas educativas3. Como consecuencia de lo anterior germina la tercera amenaza: La calificación de los profesores en meros técnicos ejecutadores de las políticas y directrices creadas en instancias, muchas veces, desapegadas de su experiencia actual y contextual4.
Ante las problemáticas presentadas, Giroux suma los desafíos que surgen y debe enfrentar el docente. Primero existe la necesidad de entablar un debate público respecto del rol del profesor en la reforma educativa, luego plantea la necesidad de que los docentes realicen una seria autocrítica a “la naturaleza y finalidad de la preparación del profesorado” y por último, pero no menos importante, propone el desarrollo de una elaboración teórica que redefina los principales aspectos de la crisis educativa.
De esta forma Henry Giroux nos presenta un marco dentro del cual señala las causas de la crisis de identidad y definición del rol de los profesores dentro del proceso educativo. Por último, presenta una solución a seguir para lograr establecer y reconocer los calificativos de “intelectuales transformadores y profesionales” en los docentes.
CAUSAS DE LA CRISIS DEL ROL DOCENTE
“Estos principios conductistas, monolíticos, dominantes tendrían su germen en la formación misma de los profesores donde la idea de reflexionar sobre la naturaleza de los principios teóricos de la política o práctica educativa se reduce a cero…”
El problema presentado anteriormente tendría su germen en el ánimo de enfatizar los “factores instrumentales de la vida escolar” basado en “separar la concepción de la ejecución”, o sea, por un lado establecer desde reductos teóricos, muchas veces ocultos: directrices, estándares a seguir y respetar, en los ámbitos de currículo, gestión5. Y por otro, tener mano de obra ejecutora, sin poder de decisión y participación efectiva, crítica e intelectual en la elaboración de aquellas directrices y estándares, representada por los profesores.
Estos principios conductistas, monolíticos, dominantes tendrían su germen en la formación misma de los profesores donde la idea de reflexionar sobre la naturaleza de los principios teóricos de la política o práctica educativa se reduce a cero en contraste con la masificación y cristalización de la idea de aprender cómo enseñar, “con qué libros hacerlo” y otras que niegan, ocultan e impiden el surgimiento de un pensamiento crítico que se traduzca en participación efectiva de los profesores en las instancias teóricas y de formulación de propuestas sobre la práctica educativa. Se aplica el “cómo” enseñar sin discutirlo y menos aproximarnos al debate de “qué” o “`para qué” enseñar.
De esta manera nos encontramos con material curricular confeccionado con nula participación de profesores de aula6, que son prácticamente plantillas que deben ajustarse a cada realidad como muy bien expresa Giroux “a prueba del profesor” el que solo debe convertirse en quién lo implementa. El planteamiento conductista aquí subyacente, se traduce en la idea de un marco rígido de acción y pensamiento del profesorado aplicable a todo evento, en este caso diríamos “a toda realidad o escuela”.
Por último nuestro autor señala que todas estas dificultades han llevado y seguirán llevando a que la labor y el proceso educativo y formativo de los alumnos se definan clara y lamentablemente como rutina.
EL CAMINO A SEGUIR
“Por ello la calidad de ser meros implementadores de las políticas educativas va en contra de lo que un profesional, especialmente, de la “educación” debe realizar y del importante papel que juega el uso de su mente”.
Si Henry Giroux nos refuerza la importancia de la mente en toda actividad humana, debemos preguntarnos si puede haber una actividad en la que se requiera tanto el uso de la mente como en la actividad educativa. No pretendemos responder aquello en esta reflexión, pero sí proponemos que a lo menos es una de las principales. Por ello la calidad de ser meros implementadores de las políticas educativas va en contra de lo que un profesional, especialmente, de la “educación” debe realizar y del importante papel que juega el uso de su mente.
Con respecto a lo planteado anteriormente, las escuelas no tienen una realidad homogénea (independiente de que haya un mundo globalizado y se intente homogeneizar las realidades). Por lo tanto, hay que asumir que cada una tiene su contexto individual y deben ser vistas y valoradas como tales. “No son lugares neutros”, los profesores, por ello, deben contemplarse desde su posición en la sociedad, en su contexto personal, laboral y de sus alumnos. Si se quiere alumnos críticos, deben ser profesores críticos. Ergo, hay que replantearse la formación inicial y continua con un componente crítico continuo y dialógico. Todo lo anterior obviamente sin perder una óptica macrosistémica7.
Giroux se despacha una sentencia nodal: la necesidad de que la pedagogía se haga más política y la política más pedagógica. Lo primero se refiere a la necesidad de una educación que cuestione permanentemente la realidad en que viven los alumnos y que estos tomen conciencia de los problemas políticos y socioeconómicos que los afectan en la actualidad, ello implica también hacer más humanitaria la educación. Lo segundo se refiere a los canales de expresión que hay que dar a los alumnos, de materialización, voz y voto de ellos respecto de los aprendizajes logrados en comunión, organización, su particularidad dentro de su contexto histórico, social, etc.
En fin, como intelectuales transformativos,los docentes deben ser partícipes y críticos del momento histórico que se vive en Chile, deben sentirse parte de la misión educadora desde la formación misma de una teoría, su teoría. Deben abrirse espacio en la discusión de todas las grandes decisiones curriculares,económicas, de calidad laboral, de gestión, de política educativa y otras con un discurso articulado y sólido. Sólo con dichas condiciones podrán ser parte integrante y vital (papel que les corresponde) como pilar del sistema educativo chileno.
1Contenida en Giroux, Henry (1990): Los profesores como intelectuales: hacia una pedagogía crítica del aprendizaje. Paidós. O un extracto en: http://lanormal-isfd95.com.ar/biblioteca/didactica/GIROUX%20Henry,%20Los%20profesores%20como%20intelectuales%20transformativos.pdf
2Ha habido esfuerzos por evidenciar las dificultades de la labor docente y plantear soluciones. Si bien son trabajos profesionales no apuntan a la calidad de intelectual del docente. Un ejemplo: Informe final: Undécima reunión: Comité Mixto OIT/UNESCO de expertos sobre la aplicación de las Recomendaciones relativas al personal docente (Ginebra, 8 a 12 de octubre de 2012) / Oficina Internacional del Trabajo, Departamento de Actividades Sectoriales; Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Ginebra, OIT, 2013. ISBN 978-92-2-327552-5 (impreso) ISBN 978-92-2-327553-2 (web pdf).
3Apple señala respecto de la calidad de los docentes: «Tanto si lo aceptamos como si no, los educadores están en disposición de ser llamados «intelectuales» «. En Apple, Michael (1997): Educación y poder. Paidós Ibérica. España. p. 31.
4Podemos observar por ejemplo a través de ranking anuales de los profesionales destacados en su ámbito la nula o escasa mención de profesores, apareciendo educación como nicho evaluado. A modo de ejemplo: Un artículo del diario La Segunda que presentó los treinta y cinco profesionales más destacados entre 30 y 40 años durante el 2002-2003, sólo había cuatro dedicados al tema de la educación de los cuales ninguno era profesor, al respecto 2 economistas, un ingeniero y filósofo y una cientista política. En “Talentos en avanzada”. La Segunda, 25 de julio, 2003, pp. 84-98.
10 años después en el suplemento del diario “El Mercurio” Revista del Sábado, elige a los 100 líderes jóvenes del año, algo avanzamos. De nueve “líderes” relacionados con educación dos están relacionados desde su carrera matriz. Al respecto: Una educadora diferencial y dos educadoras de párvulos. El resto: Un Ingeniero comercial, un constructor civil, un economista,una sicóloga y tres dirigentes estudiantiles universitarios. Fuente: http://impresa.elmercurio.com/Pages/SupplementDetail.aspx?dt=2013-12-07&SupplementID=1&BodyID=0
5El SIMCE es prueba de ello. Pero se está dando la pelea en ese sentido. Dos ejemplos lo confirman: “Carta abierta por un Nuevo Sistema de Evaluación Educacional“(2013) en http://www.elmostrador.cl/media/2013/09/Carta-abierta.pdf y “Reforma Educacional sin nuevo sistema de evaluación de la educación escolar, no es reforma” (2014) http://depuchile.cl/alto-al-simce-envia-carta-a-ministro-eyzaguirre/ . Dos cartas abiertas suscritas por referentes en educación que ponen de manifiesto, entre otras cosas, el peligro de la extrema estandarización de la educación chilena.
6En Chile un ejemplo acotado, pero emblemático, sería la implementación del proyecto Plan de Apoyo Compartido (PAC). Un vistazo en Sánchez, Freddy: Plan de apoyo compartido: rápida mirada en http://vamostodostusolo.wordpress.com/2011/06/22/plan-de-apoyo-compartido-una-rapida-mirada/
Respecto de la imposibilidad del profesorado y de las escuelas de generar Proyectos educativos propios y contextualizados, algunas causas históricas de aquello y de la precarización del perfil social y profesional docente en Magendzo, Abraham: Dilemas del currículum y la pedagogía: Analizando la Reforma Curricular desde una perspectiva crítica. Santiago. Lom ediciones. 2008.
7En el entendido de la teoría Teoría Ecológica de U. Bronfenbrenner.
FREDDY SÁNCHEZ es Licenciado en Historia, Pos titulado en Filosofía y Educación y Diplomado en Estudios Políticos por la Universidad de Chile
Es ciertamente una discusión compleja, considerando que la escuela tiene dentro de sus fines, la transmisión de las normativas de un comportamiento social «adecuado». No es de extrañar entonces que en virtud del modelamiento social, se incurra muchas veces en la autonegación del espíritu crítico y por extensión, del espíritu crítico de quienes se están educando.
El ninguneo de la profesión docente, por parte de otros profesionales que han invadido los espacios de poder, el sesgo de género (más del 70% de mujeres enseñando), unido a un modelo de estandarización que avanza sin ninguna oposición crítica, son algunos de los hechos que mantienen al cuerpo docente sin discurso. ¿Cómo avanzar en este contexto?
Digan lo que digan: los profesores somos intelectuales en el aula en la cual transformamos a niños y jóvenes para el devenir de sus vidas futuras como transformadores a su vez, de la sociedad.
El aula es nuestra. El aula es el espacio de la rutina niveladora entre profesor y alumno con mucho trajín. El aula nos pertenece. Es allí donde ponemos nuestros esfuerzos más encomiables para producir aprendizaje. El aula no existe si no existe un profesor en acto y un alumno en potencia, a lo menos. El aula se da a la vida constantemente. El aula está-ahí siendo aula porque el profesor está-ahí generando significaciones en máquinas autopoiéticas en potencia para el aprendizaje, quienes cuentan, a su vez, con una máquina autopoiética en acto, para ser transformadas y superar su estado potencial.
El aula es enactivamente nuestra porque nosotros lo queremos. Por ello, estamos siendo siempre intelectuales allí. El aula es nuestro espacio de libertad que siempre nos pertenece.
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